sábado, 25 de junio de 2016

El principio de la pesadilla II

Los días cada vez se ponían más complicados. Recuerdo que fue los primeros días de julio de 2014.
Mi hermana se estaba por mudar pegadito a casa, luego de un divorcio complicado por violencia doméstica. A mi mamá esa situación la afectó muchísimo. Todas las cosas por las que pasó mi hermana las sintió como propias.

Yo pensaba que tenerla más cerca con su nieto pequeño la iba a poner más animada. Pero creo que fue todo lo contrario a lo que yo esperaba.

En el correr de julio de ese año no pude moverme de mi casa. Era imposible dejarla sola. Las noches se habían vuelto un infierno. Se despertaba de madrugada, desarmaba la cama. Gritaba. Una noche lloraba desconsolada porque me decía que estaba durmiendo en el piso de una iglesia. Me metía en su cama y dormíamos abrazadas. En su cabeza ella vivía una pesadilla y yo en mi realidad otra.

Pasé un par de semanas donde ella dormía conmigo y mi pareja solo en el dormitorio de mamá. Dormir con ella de la mano me aseguraba que ella estuviera tranquila y que la madrugara la padeciera yo sola. Muchos momentos ya no los recuerdo porque fue todo muy intenso y doloroso.


Uno de los momentos donde sentí que no daba más fue una mañana ayudándola a bañarse. Estabamos las dos solas y se empezó a desvanecer, se puso pálida, como pude la senté en un banquito. No recuerdo como hice para dejarla sola. Corrí hasta lo de mi vecina y le pedí ayuda. En el edificio había una chica que es enfermera y que pudo ayudarnos. Le había dado una convulsión. Nunca había visto una, no sabía ni lo que era. Y ahí tuve que empezar a tomar decisiones…

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